Si eres profe, seguro más de una vez te has quedado hasta tarde planificando, respondiendo mensajes de apoderados en horarios que nadie debería trabajar o incluso enfermándote, pero sin darte permiso para descansar porque “los estudiantes no pueden perder la clase”. Y sí, ser docente es una vocación hermosa, pero ¿qué pasa cuando dejamos de priorizarnos por el bien de las clases y terminamos agotados, estresados o incluso enfermos?
Cuando el profe colapsa…
Te cuento una anécdota personal. Hubo una vez en la que me sentía realmente mal, con dolor de cabeza, fiebre y una tos que hacía eco en toda la sala. Pero en lugar de descansar, decidí ir a trabajar igual porque “no podía dejar botados a mis estudiantes”. ¿El resultado? No solo di una clase pésima porque no tenía energía, sino que además terminé peor, necesité más días de reposo y, probablemente, contagié a medio curso.
Después de esa experiencia, me quedó más que claro: las clases pueden esperar, pero mi salud no.
El autocuidado no es un lujo, es una necesidad
Muchos profes sentimos culpa cuando nos tomamos un día libre o decidimos hacer algo solo para nosotros. Pero, si no nos cuidamos, ¿cómo vamos a cuidar y enseñar a otros? Aquí van algunas cosas que pueden ayudarte a priorizarte sin remordimientos:
–Pon límites de horario: No respondas mensajes fuera de tu jornada laboral.
–Descansa de verdad: Un café rápido entre clases no es descanso. Haz pausas reales.
–Haz algo que disfrutes: Lee, camina, canta, baila, lo que sea que te haga bien.
–Pide ayuda cuando la necesites: No tienes que poder con todo siempre.
¿Y tú, cómo practicas el autocuidado?
Me gustaría leerte. ¿Te ha pasado algo similar? ¿Qué haces para priorizarte sin sentir culpa? Te leo en los comentarios.
atte
Profe Esteban
@okmonsalve

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